Hacia una formación de lectores
críticos: los docentes como autores del currículum
María Laura López
En
uno de sus textos más complejos e interesantes en cuanto a recorridos teóricos
y propuestas didácticas Carlos Lomas describe la educación lingüística como un
doble proceso consistente tanto en la adquisición de la competencia
comunicativa como de una conciencia lingüística. Por lo cual los educandos son
considerados no solo como partícipes de los procesos de su educación
lingüística sino, sobre todo, como artífices de su propia “habilitación “entendida
como “quererse y estimarse”.
La
tarea educativa debe estar dirigida a potenciar las capacidades de los sujetos
como sujetos críticos, epistemológicamente curiosos, que construyen el
conocimiento del objeto o participan de su construcción, y de la consideración
verdadera de los hombres como sujetos capaces de vincularse con el mundo y
transformarlo por medio de su acción creadora.
Es
indiscutible que los docentes no son seres aislados del mundo, que corren todo
el día para llegar a su centro de trabajo, si es posible, con una sonrisa y que
un manual o libro de texto parece beneficiar de gran medida su salud física y
mental. Pero cuando utilizan este
manual de forma constante durante todo
un año son realmente ellos los que
interactúan con el alumno o simplemente experimentan esa sensación. Hay que tener
presente que los libros de texto no son negativos pero si muy alejados de la
realidad al no especificar las fuentes de información o reducir un texto
importante en un fragmento.
Lo
que se propone es utilizar un lenguaje más cercano como son los periódicos
donde encontramos diversos tipos de texto como: argumentativos, descriptivos,
expositivos, narrativos, conversacionales, literarios, etc. con lo que se alude
a diversos aspectos de la realidad cotidiana y que actúan no solo como reflejo
de los distintos géneros textuales sino también de las diferentes funciones del
lenguaje periodístico como son informar, narrar, describir, argumentar, opinar,
etc.
Si
sabemos utilizar estos textos evitamos caer en el juego de las editoriales que
nos convierten en consumistas y en promotores de ciertos discursos que se
encuentran naturalizados socialmente. Así mismo es necesaria la relación
dialógica con nuestros alumnos y con el mundo, de quienes dependen la
organización y los parámetros de selección de los conocimientos que abordan y
construyen el desarrollo de las capacidades creativas y de comprensión
científica, etc.
El
rol docente es una de las formas de opresión de las que se vale el poder
hegemónico para reducir nuestra tarea a la de meros técnicos, encargados de
aplicar los que otros piensan en beneficio de una minoría, por lo cual según
dice Rottemberg: “El docente es aquel que
se niega a ser sumiso y asume una elección de materiales consciente de cuál es
la voz que a través del libro ingresa en el aula, voz informadora y formadora
de enorme fuerza legal”
Los
docentes enseñan, junto a los contenidos que imparten, a leer como miembros de
sus comunidades disciplinares: enseñan a identificar la postura del autor y las
posiciones que se mencionan de otros autores tratando de romper el sentido de
ajenidad que el estudiante siente al leer y conocer parte de su historia.
Por
lo cual el lenguaje, no es concebido como pura artificialidad ni se pretende
que deba ser estudiado como algo construido especialmente para su estudio; sino
es, sobre todo, el lenguaje de las interacciones sociales.
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